21.3.12

NUNCA MÁS


El 24 de marzo de cada año recordamos el comienzo de la dictadura cívico militar más siniestra que gobernó a nuestro país entre 1976 y 1983. Como consecuencia del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, que derrocó al gobierno constitucional de la presidenta María Estela Martínez de Perón e instaló en su lugar a una junta militar encabezada por los comandantes de las tres Fuerzas Armadas: Jorge R. Videla (Ejército), Emilio E. Massera (Armada) y Orlando R. Agosti (Fuerza Aérea), la Junta Militar llevó a cabo una acción represiva en la línea del terrorismo de Estado coordinada con las demás dictaduras instaladas en los países Latinoamericanos mediante el llamado Plan Cóndor. Dicho proyecto contó con el apoyo de los principales medios de comunicación privados, e influyentes grupos del poder civil, la protección inicial del gobierno de los Estados Unidos y la pasividad de la comunidad internacional.
El gobierno dictatorial secuestró, torturó y ejecutó clandestinamente a miles de personas, y estableció centros clandestinos de detención para llevar a cabo un genocidio planificado.
Las personas detenidas en estos centros clandestinos, secuestrados ilegalmente por el estado dictatorial, fueron torturados, asesinados y enterrados en fosas comunes o arrojados al mar desde aviones militares.
La política económica de la dictadura quedó a cargo de los sectores civiles que promovieron el golpe de estado, es decir a grupos económicos pertenecientes al capital financiero y la oligarquía nacional. Bajo el liderazgo del empresario y estanciero José Alfredo Martínez de Hoz, se puso en práctica una serie de reformas económicas radicales, siguiendo las nuevas doctrinas neoliberales de la Escuela de Chicago, que tendieron a desmontar el Estado de Bienestar, desindustrializar y concentrar la economía argentina y a fomentar el sector financiero y el campo. La dictadura se caracterizó por aumentar la
pobreza, que alcanzó a un tercio de la población, cuando en las
décadas anteriores la misma no había superado el 10%.

“Mujeres paridas por sus hijos, son el coro
griego de esta tragedia. Enarbolando las fotos
de sus desaparecidos, dan vueltas y vueltas a la
pirámide, ante la rosada casa de gobierno, con
la misma obstinación con que peregrinan por
cuarteles y comisarías y sacristías, secas de
tanto llorar, desesperadas de tanto esperar a
los que estaban y ya no están, o quizás siguen
estando o quién sabe”
Eduardo Galeano




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