6.11.12

Ceremonia secreta. Cuento


Sharon quiere compartir este cuento con Uds. Ella es alumna del nivel medio y le gusta mucho leer y escribir.
Bueno, aquí va. Esperamos que les guste!!!


Apreciamos una tarde larguísima, casi interminable, que no asoma ni un centésimo de noche .Barrio Norte, Suipacha 78, allí alberga una mujercita de cabellos revoltosos, traviesa un poco ,que lleva en su rostro una mirada angelical ,y si no fuese porque ahora mismo estaba sentándose en su butaca para presenciar lo que parecía ser no una de las muchas clases de magia, sino esa, no sobresaldría de la cotidianidad.
Cleutermun desinfoneba, jamas hemos pasado por este conjuro Cecilia, así que debes de prestar atención.
Y Cecilia lo miraba quieta, quietísima-
-Podemos salir, escapar de nuestra envoltura para trasladarnos a otro lugar sin que esto asuste, despegarnos, en ocasiones, de la piel, comprende una transición por la cual separamos el cuerpo de nuestro ser, que es en definitiva, lo más importante.
Ahora comenzaba a entender, se trataba de una clase especial .Él había cerrado cuidadosamente cada cortina y  mandado a madre a comprar.
Siempre le gustó escucharlo, aunque no siempre entendía y pronto acababa por confundir las ideas spiritum santo círculo de krohn nefaste espiritual, sincronía, trucajes.
Esta vez, Cecilia no apoyaba sus codos sobre el banco y tampoco agarraba su cabeza en el intento de sostenerla para que no cayera en el sueño, ni se zambullía en pensamientos torpes, enamoradizos, mientras simulaba atender. Ahora lo miraba con los ojos desbordantes y él .aún con su aspecto frío, duro, parecía envuelto en un ritual que lo conmovía, que lo hacía enorgullecerse, quizás, de su nuevo experimento.
-Imagínate los pingüinos, por ejemplo, que pierden toda una eternidad hibernando, amontonados, todos es una especie de madriguera ,seguramente pequeña para resguardarse del frio. Imagínate cuánto preciado tiempo pierden inútilmente dormidos, ellos, que ante sus ojos poseen enorme paisajes de cristal blanco para hacer lo que se les ocurra. Bueno, es sólo un ejemplo, claro. Los pingüinos no deben tener muchas obligaciones ni ambiciones. Pero los humanos, nosotros….
Volvía una tarde a su casa de la escuela, llevaba un vestido largo, rosado, estrenado para la primavera, entró, era día de clases, su padre, en el vestíbulo de abajo la estaría esperando junto con la pizarra, el caldero, las varas,el marcador especies de insectos disecados, muertos, nauseabundos, como modelos, modelando en vidrieras por doquier.
Y en efecto allí estaba, con el traje de siempre y su barba prominente.
Cecilia se arrodilla, cae a su pecho, lo toca, no se mueve. Ni para abajo ni para arriba, no pestañea, ,no tose ,esta pálido .Ahora entiende.
Recuerda aquella clase, y aliviada, entiende..Lo cubre con una manta, apaga la luz.

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