17.8.11

El General de la Libertad

Por Manuel Barcia

Cuando don José San Martín decidió abandonar España, ostentaba el grado deTeniente Coronel, y se lo había ganado en el campo de batalla. África y Europa supieron de su reciedumbre guerrera, al servicio de la corona española, antes de que volviera para ser vencedor en aquella primera guerra de Liberación del Sur de América. Por delante tenía una brillante
carrera militar, que implicaba prestigio, fortuna y poder. ¿Qué fue lo que llevó al joven oficial de 34 años a abandonar tales posibilidades, para ponerse al frente de un ejército de insurrectos americanos? Indudablemente, era un hombre inquieto, movido por ideales poderosos, anudados en algún momento al recuerdo de haber nacido de este lado del Atlántico, lo que luego marcó para siempre su destino. Al fin decidió que su ser no era tal, sino vinculado a la multitud anónima que poblaba ese mundo en ciernes, poniéndose al frente de la lucha por una identidad cultural, que sólo a sangre y fuego sería
reconocida. Sin duda, San Martín poseyó la fuerza necesaria para hacer realidad el sueño de una América nueva, esa Patria de su deseo, que nunca antes había existido. Y tuvo el coraje suficiente para arriesgar su vida, en aras de esa utopía.
El General San Martín fue un maestro de la guerra. La Liberación de la Argentina, Chile y Perú, no fue sólo la obra de un voluntarista, sino el resultado de la aplicación correcta de las técnicas de combate entonces vigentes, tal como correspondía
a un eximio estratega. Sin embargo, es imprescindible resaltar sus virtudes morales, además de su condición de combatiente; ahí están por ejemplo, las Máximas que escribió para su hija Merceditas. El Libertador supo conciliar
su condición de militar, con el hecho de ser un hombre de ideas; precisamente por eso supeditó las armas a la política, y la política a la ética.
La filosofía política del Padre de los argentinos, puede leerse muy claramente en una proclama dirigida a los peruanos, donde expresaba lo siguiente:
“Mis promesas para con los pueblos en que he hecho la guerra, están cumplidas: hacer su independencia y dejar a su voluntad la elección de los gobiernos.” Democrático por naturaleza, y aunque liberal, el sistema político que alentaba -tanto como Belgrano y demás patriotas, decididos a coronar un rey Inca-, era la monarquía constitucional.

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