29.11.13

¡Misión Cumplida! Visita de un alumno al Club Boca Juniors

Soy maestra domiciliaria de Adrián, un chico enfermo de cáncer que se está tratando en el Hospital Garraham. Él y su papá provienen de Comodoro Rivadavia, son muy humildes y, cuando no está internado, viven en un hotel cercano al hospital pero, por su situación y debilidad, además de no conocer nada en Buenos Aires no quiere salir a ningún lado.
 
Durante las primeras clases con Adrián hablamos acerca de sus preferencias musicales y deportivas. Usar la netbook de la domiciliaria facilita mucho las cosas puesto que podemos acceder a sus cantantes y bandas favoritos así como también a imágenes, vídeos y canciones del club de sus amores Boca Juniors.

Esto me deja pensando en qué más podría hacer yo para brindarle una alegría dentro de toda la triste y desgastante situación que está pasando con su enfermedad. Se me ocurre que le gustaría visitar el club. ¡tiene que conocerlo!
Luego de realizar varias gestiones ante el Club Boca Juniors se consigue la visita al estadio y un recorrido por el Museo de la Pasión Boquense. También la visita a un entrenamiento que no pudo ser llevada a cabo debido al estado de salud del alumno e ir a ver un partido de este equipo que tampoco pudo realizarse por idénticos motivos.
Mantengo al padre informado acerca de las gestiones y le pido que me avise cuándo podemos llevar a Adrián pero su estado de salud desmejora notablemente y debe concurrir casi todos los días al hospital. El alumno desconoce la sorpresa que le espera.
Alejandra, la vicedirectora, me sugiere con muy buen tino que, dadas las condiciones de salud del chico, lo llevemos a conocer la cancha y no continuar intentando las otras opciones puesto que el tiempo pasa y se hace cada vez más difícil lograr llevarlo por la mañana.
Acuerdo con el padre y Jazmín, personal del Club, para ir el día viernes 22; me acompaña Alejandra, la vice. Por suerte, ellos reciben la tan esperada visita de la hermana de Adrián con sus dos pequeños hijos que se quedarán unos pocos días en Buenos Aires.
El padre cede su lugar para que nos acompañe la hermana con su beba que también es ahijada de Adrián y puede convencerlo de salir sin saber adonde se va a dirigir.
Cuando el alumno nos ve se asombra pero sube al taxi sin chistar. hace mucho calor. Nos dirigimos hacia la cancha. En un momento, cuando nos estamos acercando a destino, él puede observar el estadio a lo lejos, primero mira para el sitio, luego lo reconoce, su cara se transforma sutilmente, es muy parco, además no se siente bien consecuencia del propio tratamiento que le provoca trastornos en la boca. Me mira y se sonríe, media hermosa sonrisa. Para mí es suficiente: está contento. Seguimos viaje, cada vez más cerca del estadio. Le digo: ¿No pensarás que vamos a ese lugar? No, vamos para otro lado. Llegamos. Mira y mira, observa. Toma a su ahijadita en brazos y no la suelta. Camina despacio. Entramos al club pido hablar con Jazmín, la quiero ver, le quiero agradecer. Vamos hacia la platea. Él y su hermana son fanáticos de Boca. Recorremos lentamente los lugares, se sienta en las sillas, mira todo. Llega Jazmín y le agradecemos la atención. Le pido para ir a la popular, me cuenta que no se puede; también le digo que quiero pasto de recuerdo para Adrián; ella me comenta que nadie puede ingresar para sacarlo. Caminamos por el lugar. Veo una puerta de vidrio abierta que comunica la platea con la popular. Quiero llevarlo allí, que se siente en los escalones de cemento. Vamos despacio, pasamos la puerta, aparecen dos personas que están trabajando allí y me dicen que está prohibido el ingreso a esa parte. Les pido, por favor, que dejen que mi alumno pueda permanecer allí un rato, los convenzo pero me dicen que sea rápido. Les digo que, ya que ellos conocen el club, que quiero pasto para que se lleve un recuerdo. Me contestan que no pueden pero que corra hacia una persona que está cortando el pasto con un carrito y le pida a él. Bajo los inmensos escalones lo más rápido que puedo, Adrián me sigue como puede. Le grito al hombre, no me escucha. Cuando me ve agitando los brazos y gritándole duda pero para la máquina. Le digo: ¡Quiero pasto para mi alumno! Me mira incrédulo. Le pido por favor un poco de pasto. Adrián ya está cerca. El hombre nos alcanza un puñado; le digo al chico que lo agarre por entre el enrejado. Agradezco a ese señor y nos vamos. Adrián guarda su pasto en una bolsa que le da Ale y lo mete en el bolsillo. La hermana con su beba a upa no para de sonreír. Él continúa disfrutando a su manera, en silencio, grabando seguramente esos momentos en su mente. Volvemos hacia la puerta abierta, hacia los lugares permitidos. Agradezco al personal que nos dejó pasar esos instantes allí. Despacito vamos hacia una salida que nos lleva al Museo. Adrián mira y mira ¿para qué hablar? Lleva en brazos a su ahijada ¿de dónde saca las fuerzas?; seguramente deben correr muchas emociones por su mente: está con su hermana y ahijada luego de tanto tiempo y ¡en la cancha!
Ya en el museo recorremos distintos lugares, sacamos más fotos, vemos una proyección. Nosotras nos mantenemos cercanas a ellos pero sin entorpecer el momento, su momento. Luego salimos a otra parte de la cancha y nos sentamos en los escalones. allí hay más simpatizantes. Cada vez hace más calor. Adrián tiene sed y toma agua. Se lo nota fatigado. Le pregunto si quiere quedarse más tiempo y dice que no, que está cansado.
Salimos de la cancha rumbo al hotel. Su cara refleja una alegría rara, es hombre de pocas palabras. Lo entiendo: está lejos de sus afectos, amigos, casa, costumbres, con un tratamiento cruel. No me importa que casi no hable, siento que está contento.
 
Agradezco a todos y cada uno de los que hicieron posible esta visita:

A la Vicedirectora de la Escuela Domiciliaria 2, Alejandra Ferro, por su acompañamiento en todo momento: desde que se me ocurrió esta idea hasta llevarla a cabo. A la Directora de esta escuela, Susana Salerno, por el apoyo; a Jazmín de Boca Social que nos permitió cumplir el sueño, a los anónimos trabajadores que comprendieron la importancia de que mi alumno viviera unos minutos "la popular" solamente para él, al cortador de pasto que gentilmente nos alcanzó el pasto; al señor periodista Tití Fernández y a Sofía por sus gestiones aunque no pudiésemos concretar la otra parte del sueño por los motivos de salud antes expuestos; A Barby, Vivi y Leti por escucharme y darme fuerzas ante cada traspié y nueva gestión.
¡Misión cumplida! Ahora a seguir estudiando con Adrián.
Maestra: Gabriela Randazzo

1 comentario:

Escuela 25 DE 14 dijo...

FELICITACIONES!!!NOS QUEDAMOS SIN PALABRAS.ACCIONES COMO ESTA NOS GRATIFICAN EL ALMA.
GRACIAS POR LA FORMA EN QUE SE BRINDAN A LOS CHICOS QUE ESTÁN PASANDO UN MOMENTO UN POQUITO DIFÍCIL.
NUEVAMENTE GRACIAS!!!